miércoles, 25 de abril de 2012

Juegos





Voy a jugar con el tal vez que no dijiste, añorando ese silencio que no supe incomodar.

Voy a jugar con la certeza de que fuiste, viviendo en un hubiera que no tiene lugar.

Voy a jugar con una historia interminable, recordando mil finales que no olvidaron llegar.

Voy a jugar con estas ganas de que estés, sin pensar que hoy no eres ni el principio de un quizás.

Voy a jugar con un reloj inoportuno, atenuando instantes ciegos que no nos dejaste mirar.

Voy a jugar con una duda extemporánea, extrañando decisiones que nunca logré tomar.

Voy a jugar en la penumbra de tu ausencia, iluminando momentos que no puedo recordar.

Voy a jugar con un olvido recurrente, asegurando lo único que no he podido conquistar.

Conmigo, sin ti. Con lo que soy y lo que no fuimos.

Voy a jugar.





domingo, 5 de febrero de 2012

Historias de huellas y otros terremotos



Los terremotos emocionales también dejan réplicas, más caos después del caos; se dejan sentir donde sea. Te haces parte de la tormenta, encontrando un poco de calma luego.
Hablo de tormentos y terremotos, de réplicas y emociones mientras escucho el sonido de tu voz. Saltan las palabras que quieren ser escritas, hay mareas de la tinta que sueña ser letras.
La tierra se mueve por nuestras huellas, otras tantas veces por espasmos de días y tiempos muertos; dejamos la huella y la tierra sigue caminando. Cada día en vano es un paso menos.
Es una huella menos, es una historia que muere sin ser contada, que muere sin tener voz.
Es un camino muerto, un sentido ciego, una vía rota; es un espectro sin estigma, lo intangible.
Sí, en realidad se escribe para dejar huella. Con o sin tinta se deja la estela de presencia, de lo que fue.
Escribimos para ser huella, leemos para seguir caminando; escribimos para materializar la huella que el corazón solo sabe latir; somos parte del camino al recorrerlo. Somos parte de la huella que dejamos en el que nos lee.
Somos la huella al refugiar nuestro mensaje en las pupilas ajenas; nos leen y sin notarlo, nos recorren. Son cada sentir impreso en lo escrito.
Escudriñan la tinta buscando el sabor del escritor; rastrean su esencia. En ese aspecto, solo unos pocos son reincidentes, son esos mismos los necesarios.
Solo pocos encuentran el verdadero escondite, otros juegan a buscar con los ojos abiertos y la mente cerrada.
Cierran puertas, acortan caminos, las letras no andan… ¿Y el sentir? Dormido.
Cierran ojos, abren heridas, sangran silencios, ¿Y la inspiración? Sufriendo espasmos de muerte en cualquier letra mal entintada.
Hieren vidas, matan mundos; dañan viajes a otros rumbos.
Borran caminos para dejar estelas innecesarias, insignificantes; borran huellas para cambiar el rumbo del pasado que no debe desaparecer de nosotros.
Escribimos porvenir y se llena de pasado; escribimos andar y se nos duermen los pasos en la mirada del que no lee.
Escribimos futuro y las ideas se duermen en los sueños que jamás llegarán a la imaginación nocturna.
Escribimos mundos llenos de grandeza que se hacen nimiedades en la mente del que no imagina; escribimos para crear y destruyen al no creer.
Escribimos para ser huella y terminamos siendo polvo de camino.
Escribimos senderos y somos precipicio; caemos cuando la voz calla.
Callamos cuando el vacío nos desteje la voz, el recuerdo, las ideas; callamos cuando no hay nada qué imaginar.
Aunque no por caer, a veces callamos. Nos sostiene el silencio, nos eleva el vacío, nos aferra el sopor.
Por no caer somos capaces de aferrarnos a un silencio mal pronunciado, a un amor que todavía no ha sido versado; nos aferramos a cualquier boca que conozca nuestro nombre y no la historia que éste trae a cuestas.
Nos aferramos a historias intentando vivirlas, nos desvivimos en el intento de callar lo que el alma grita.
Nos aferramos hasta del sismo que amenaza con hacer ruinas el camino; nos aferramos al temblor de la voz que nos pronuncia y nos desarma.
Nos aferramos a lo que se empeña en soltarnos, a la duda de caer o seguir aferrado.
Luego del sismo, nos aferramos a la última huella que pudimos hacer, a la que no se dañó… a la que no se arrugó por tempestades.
Nos aferramos a ese vestigio de lo que fuimos, a ese recuerdo de lo vivido. A la memoria nos aferramos.

Sismo literario producido bajo el aporte de @ultravioleeta.

miércoles, 11 de enero de 2012

Distancias





Hablar de distancias es hacer camino, es ser encuentro, abrazo y caricia.
Y es que esa lejanía hace percibir al cuerpo lo que el corazón siente cerca. No importan fronteras ni barreras, pues al cerrar los ojos todo parece cerca. 
Nos llenamos de distancia cuando creemos en imposibles, cuando le damos la espalda a las ganas y miramos de frente a la incredulidad.
Oprimimos al corazón con ráfagas de imposibles, cuando le hacemos soñar con los besos de unos labios que no podrá tocar, cuando empieza a suspirar por alguien que no siempre va a estar.
Escribimos sobre distancia para hacer camino bajo el lápiz y cruzar fronteras con letras que descansan en hojas y ojos enamorados. Las letras son refugio de amor, por que no saben de nacionalidades o fronteras. Las letras son escondite para un sentimiento que no quiere morir entre relojes y líneas de tiempo olvidado.
Amamos a distancia por no querer mirar más allá de nosotros y de la espera que cultivamos.
Amamos a distancia quizá por que el corazón no ha aprendido a apreciar lo que existe en su propio jardín.
La distancia nos abraza cuando nos resignamos a esperar, amando en su regazo.
Aunque la distancia figure como protagonista, no habrá problema para que su nido sean las letras y sus rimas. Al corazón se le hace fácil esperar cuando no vive del reloj y su tick tack.
En nada podemos engañarlo, por que puede sentir a ojos cerrados, aquel amor que late lejano.
Por eso y más, hagamos de letras, encuentros. Hagamos claudicar distancias en abrazos de amor.

No hubiese sido posible este amasijo de distancias sin el maravilloso aporte de la bella @ultravioleeta.

miércoles, 30 de noviembre de 2011

Tengo



Tengo un silencio gastado con ganas de hacerse eco.
Tengo un latido que es puro corazón.
A veces, también tengo secretos que se guardan solos.
Tengo un reloj inseguro, lleno de horas inciertas.
Tengo un recuerdo desfigurado y un olvido con arrugas.
Tengo problemas que viven solucionándome.
Tengo un tal vez que perdió sentido desde que no estás.
Tengo ventanas que añoran tenerte como paisaje.

Y hoy, entre tanto que tengo, sólo me queda la impostergable certeza de que alguna vez te tuve.


sábado, 8 de octubre de 2011

Más allá.






Más allá de mis huellas, siempre habrá alguno de tus caminos.
Más allá de tus silencios, encontraré besos desesperados por suceder.
Más allá de lo que no fuimos, me descubriré junto a tu ausencia.
Más allá de tu sonrisa, siempre estará un Sol escondido.
Más allá...

jueves, 11 de agosto de 2011

Allí estaré...






Cuando te inunde la oscuridad de la noche, allí estaré,
para darte la luz de mi ser, que enciendes con tu presencia.

Mis manos te recorrerán, y caminarán por el suave bosque de tu pecho.
Mis pies seguirán las huellas que tus besos me plasmaron en el alma.

Si por momentos me pierdo, seguiré los latidos de mi corazón pronunciando tu nombre.

Te encontraré nuevamente entre mis sábanas y visitaremos un mundo de sueños.

Justo en ese lugar nos envolveremos bajo un tenue beso, 
me tomarás la mano, yo tomaré tu corazón, atándolo a mi destino.
Entonces sabrás que en todo momento, en todo lugar... Estaré.

domingo, 31 de julio de 2011

Desesperanza



Gritos convertidos en escombros de silencio

en un despertar que se resumió a inerte existencia.

Bajo la sombra de un futuro que nunca llegó,

aunque su ilusión vivió bañada de certidumbre.



El camino terminó, y sin posibilidad de cambiar de dirección,

su día oscureció perpetuamente.

Se secaron sus lágrimas, atenuando su dolor.



Y entonces, en medio de una ciega esperanza,

la luz abrazó su penumbra.