Gritos convertidos en escombros de silencio
en un despertar que se resumió a inerte existencia.
Bajo la sombra de un futuro que nunca llegó,
aunque su ilusión vivió bañada de certidumbre.
El camino terminó, y sin posibilidad de cambiar de dirección,
su día oscureció perpetuamente.
Se secaron sus lágrimas, atenuando su dolor.
Y entonces, en medio de una ciega esperanza,
la luz abrazó su penumbra.